Sólo dos resoluciones han sido dictadas por el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas desde que comenzaran las revueltas en los países árabes allá por el mes de enero. Las dos (1970 y 1973) están centradas en Libia y la última de ellas fue la que aprobó la intervención militar que se está desarrollando en el país norteafricano, pero esa ONU que debería ejercer como máximo órgano vigilante de las injusticias humanas nada ha dicho de momento (al menos no de una manera condenatoria y efectiva) sobre lo que está ocurriendo en Siria, Yemen, Bahréin o Arabia Saudi.
En todos estos países se han producido, y se siguen produciendo, protestas en contra de los líderes autocráticos que los gobiernan. Pero tan sólo en el caso de Libia ha habido intervención internacional. Quizás el petróleo de Gadafi haya nublado los ojos de los líderes occidentales, que no ven más allá de las operaciones de combate y de las ansias por derrocar al que, ahora sí, es su objetivo: Muhamar el Gadafi.
El Consejo de Seguridad de Naciones Unidas debería ser reformado. Los mecanismos de decisión de la ONU deberían ser reformados. La forma de actuar de la ONU, en definitiva, debería ser reformada. Porque no se entiende cómo es posible que, con la que está cayendo en el mundo árabe, sólo haya dos resoluciones condenando la violencia, y las dos estén focalizadas en Libia.
Pero claro, están China (que no se caracteriza precisamente por su defensa de los derechos humanos) y de Rusia, dos países con poder de veto que ahora no ven bien la operación militar y se cuidan mucho las espaldas a la hora de aprobar una nueva resolución. Dos países que se encuentran entre los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad y que, tras abstenerse en la votación de la Resolución 1973 (la que aprobaba la intervención militar en Libia), siguen insistiendo en que su política es la de no intervenir en asuntos internos de otros países... excepto cuando a ellos les ha interesado.
Los muertos se cuentan por centenares en Siria... y la ONU no dice nada. Las detenciones en Bahréin y Arabia Saudí están siendo denunciadas por ONG y medios de comunicación... y la ONU no dice nada. Y Yemen es el país con mayor número confirmado de niños asesinados o heridos (de todos los países en los que se están produciendo revueltas) según UNICEF... y la ONU no dice nada.
¿Y qué hay de la cuestión moral de la intervención aliada en Libia? Si el fin último de dicha intervención es, como repiten insistentemente los líderes occidentales, proteger al pueblo libio (ahora algunos ya admiten que el fin último de la misión es que Gadafi deje el poder), ¿no habría que proteger también a los civiles de los otros países en los que también se están produciendo levantamientos populares y represiones excesivamente violentas de las revueltas? Por esa regla de tres, y por cuestiones morales, la intervención de la OTAN en Libia debería extenderse al resto de países. Esta opinión se la he escuchado esta noche a Fernando Jáuregui en 'La noche en 24 horas' de TVE y no puedo estar más de acuerdo con él.
Tenemos a la ONU para que vigile el cumplimiento de las normas internacionales, tenemos a la OTAN para que defienda a los pueblos... pero ¿realmente es lo que están haciendo? Sí, sé que me estoy volviendo un poco escéptica, pero no lo puedo evitar cuando veo cada día las noticias en televisión, las leo en prensa y las escucho en radio.
En Siria Al Assad ha sacado ya los tanques a las calles y se habla de alrededor de 300 muertos; en Yemen el presidente Saleh dice que se irá si se le garantiza la inmunidad que le prometió el Consejo de Cooperación del Golfo y ahí están las informaciones sobre niños asesinados proporcionados por UNICEF; en Bahréin y Arabia Saudí hay detenciones de activistas, deportistas, médicos... sin respetar las reglas internacionales. Y, por cierto, un compañero, Manu Brabo, continúa secuestrado en Libia por fuerzas afines a Gadafi (ya son cerca de tres semanas de cautiverio) y pocos son los que dicen algo al respecto.
No sabemos el fin que tendrán estos países. ¿Tendrán la tan aparentemente ansiada democracia por la que se manifiestas? Tras Ben Ali (en Túnez), Hosni Mubarak (en Egipto) y el tambaleamiento de Gadafi (en Libia), que sigue amarrado al poder... ¿cuál será el siguiente autócrata en caer? ¿El presidente yemení?
Cuando escribo sobre estos temas se me amontonan las ideas en la cabeza. Quiero contar mucho y no sé si lo hago bien. Podría seguir escribiendo sobre lo que está ocurriendo en los países árabes, pero creo que mi opinión ya ha quedado clara. O, al menos, lo he intentado en este post que escribo de madrugada pensando en que mañana... será otro día.