Muchas son las expectativas que genera la Conferencia que el próximo día 20 se celebrará en Kabul sobre el futuro de Afganistán. Tantas que la secretaria de Estado estadounidense, Hillary Clinton, ya ha confirmado su asistencia; también lo han hecho el secretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen, y el secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon.
Será la mayor reunión de autoridades extranjeras en el país asiático durante las últimas décadas. Y su celebración estará enmarcada en una de las peores fases del conflicto afgano desde que comenzara el despliegue de fuerzas multinacionales en la zona, en el año 2001.
Los ataques contra la Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad en Afganistán (ISAF) y contra objetivos civiles se han intensificado en las últimas semanas y la proporcionalidad de bajas con respecto al mismo periodo del año anterior se ha más que duplicado, según el último informe elaborado por Naciones Unidas.
La Conferencia de Kabul, como continuación de la celebrada en Londres el pasado mes de enero, abordará diferentes aspectos relacionados con el futuro del país afgano, pero sin duda uno de los más importantes, y así lo ha puesto de manifesto el representante especial de Estados Unidos para Afganistán y Pakistán, Richard Holbrooke, es que “la guerra no se puede ganar militarmente”.
Según las declaraciones de Holbrooke (recogidas por Press TV, un controvertido canal de noticias internacional financiado por el Gobierno iraní), “no hay solución militar para Afganistán, y como dijeron los generales Petraeus y McChrystal, no se puede ganar esta guerra matando a todos y cada uno de los Talibán”. ¿La alternativa? También la apuntó Holbrooke el pasado 13 de julio en el Departamento de Estado estadounidense: el Programa Afgano para la Paz y la Reinserción, cuyo propósito consiste en persuadir a los Talibán de que depongan las armas y regresen a sus respectivas comunidades.
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