Ni en los peores presagios se podía intuir que la Selección Española de Fútbol fuese eliminada en la fase de grupos del Mundial de Brasil 2014. Ya el partido contra Holanda –con un 1-5 en contra- hacía prever lo peor, pero muchos éramos los que queríamos creer que, después de esa lección, los hombres del Vicente del Bosque iban a reaccionar. Una cura de humildad a tiempo podría cambiar las tornas; las lecciones aprendidas servirían para seguir en el Mundial… pero no ha sido así.
El combinado nacional no ha podido dar la talla -como se esperaba del actual campeón del mundo- en esta exigente competición, en la que, a priori, jugaba contra rivales supuestamente asumibles. ¿Cansados? ¿Faltos de aptitudes físicas? ¿Bajos de moral? Muchas preguntas sin respuesta –o quizás sí- que parecen desembocar en una conclusión final, a pesar de que ni el míster ni el capitán, Iker Casillas, consideraron, al final del encuentro, que fuera el momento de hablar de ello: ha llegado la hora de un relevo generacional en la Selección.
El 11 inicial ya anunciaba un cambio de ciclo: Xavi Hernández y Gerard Piqué, en el banquillo. Pedrito y Javi Martínez, sobre el terreno de juego. Al inicio de la segunda parte, otro relevo significativo: Xabi Alonso salía y entraba Koke, dando un soplo de aire fresco al partido. Pero, al contrario que en anteriores competiciones, pronto se hacía patente que España había perdido la ‘suerte del ganador’. La habilidad de Bravo, el portero chileno –cancerbero de la Real Sociedad y en el que tiene puestos los ojos el Barcelona-, sumada a la falta de acierto de la Selección Española hicieron imposible la remontada.
Hay opiniones y valoraciones para todos los gustos, pero nadie puede negar que esta generación de jugadores ya ha hecho historia. Ganar tres competiciones consecutivas –la Eurocopa de 2008, el Mundial de 2010 y la Eurocopa de 2012- era inimaginable cuando España “no pasaba de cuartos”. Los más jóvenes quizás no entiendan esta expresión, porque sólo han conocido a la Selección “triunfadora”, pero los que ya tenemos unos años sabemos, y hemos sufrido, el significado de esa afirmación.
Por ese motivo, considero que, en estos momentos de decepción, rabia, asombro, incredulidad, impotencia, enfado y tristeza, sólo cabe una palabra: Gracias. Gracias al míster, Vicente del Bosque –y a su predecesor, Luis Aragonés, que abrió el camino de la victoria-; a los jugadores, con el capitán Iker Casillas a la cabeza –él fue, no lo olvidemos, el que ‘guardó nuestra meta’ en anteriores competiciones-; a todo el equipo técnico que acompaña al combinado nacional; a su jefa de prensa y al equipo de comunicación…
Gracias por habernos hecho vibrar con vosotros; por haber unido a los españoles bajo una misma bandera; por habernos hecho creer, y saber, que los sueños, a veces… se convierten en realidad. Ahora es el momento de que os acompañemos también en la derrota, una derrota que nos ha dolido a todos pero en la que no hay cabida para el reproche, porque vuestros rostros ya indicaban que la autocrítica os la estabais haciendo vosotros mismos.
Cabizbajos, avergonzados, hundidos… así os hemos visto todos. Y habrá quien os critique, con o sin razón, pero considero que hay que levantar la cabeza también en la derrota. Porque la estrella que lleváis en el pecho y las dos Eurocopas que habéis ganado han sido fruto de vuestro esfuerzo; nadie os las ha regalado… y nadie nos las va a quitar. Hay que saber ganar con respeto y perder con dignidad. Y la Selección Española que en este Mundial de Brasil nos ha quitado la sonrisa del rostro… ya nos la regaló en anteriores ocasiones. Por eso, también en la derrota, gracias Selección.