La Familia Militar vuelve a estar hoy de luto. Dos de sus componentes han sido asesinados en Afganistán según ha confirmado hace unas horas el Ministerio de Defensa. El vehículo Lince en el que viajaban fue atacado por insurgentes afganos y, como consecuencia, otros tres militares han resultado heridos. Dolor, indignación, tristeza, consternación... Son tantas las palabras que vienen a mi mente y a mi corazón que no sabría cómo describir exactamente lo que siento en estos momentos.
Cuando has formado parte de esta gran Familia Militar, cuando has visto cómo trabajan, cómo sufren, cómo se sacrifican... en días como el de hoy sientes que la labor que realizan quizás no tenga la recompensa esperada. Y menos en países como Afganistán, una auténtica ratonera para las tropas internacionales allí desplegadas. De nada está sirviendo el enorme esfuerzo que las fuerzas de la ISAF están desarrollando en el país asiático. Los talibanes, los insurgentes, siguen atacando a aquellos que intentan lograr un país mejor para los civiles afganos.
Hace tan sólo una semana se produjo otro ataque contra las tropas españolas. El resultado: dos heridos graves (con una pierna amputada, cada uno de ellos) y tres heridos leves. Los cinco pertenecen a la misma unidad a la que pertenecían el sargento y la soldado que hoy han dejado sus vidas en territorio afgano: el Regimiento de Infantería 'Soria' nº 9 que, con sede en Fuerteventura, es uno de los más antiguos de Europa y probablemente del mundo.
La isla canaria sufre hoy la pérdida de otros dos militares allí afincados. Y toda la Familia Militar, y los que, de una u otra manera, formamos parte de ella, estamos hoy entristecidos por tan grave pérdida. Una pérdida que se produce días después de que Estados Unidos anunciase el inicio del repliegue de sus tropas desplegadas en la zona. También España y el resto de aliados retirarán a sus soldados de manera progresiva hasta 2014. Pero ¿en qué situación quedará el país cuando los soldados salgan de allí? Pues poco más o menos como estaba, porque no hay voluntad, por parte de los insurgentes, de que la situación se normalice. ¿Habrá servido de algo, entonces, la gran cantidad de vidas humanas que se han perdido en esta guerra, no admitida como tal por las autoridades españolas?
Siempre que los militares despliegan en estas zonas de operaciones vuelcan sus esfuerzos para que el país vuelva a la normalidad, pero no en todos los casos esa posibilidad es factible. Sí lo ha sido en Bosnia-Herzegovina, donde nuestros soldados estuvieron 18 años; pero es prácticamente imposible en Afganistán, porque, como escuché en una ocasión, no se puede ir allí con la mentalidad de Occidente. Y quizás ése haya sido uno de los grandes fallos de esta operación: no se puede occidentalizar una sociedad que vive poco más o menos que en el Medievo. Y no se puede occidentalizar una sociedad en la que un grupo de terroristas han ganado las mentes de la sociedad civil a través de amenazas para que se sumen a su causa, la causa del terror... Un terror que seguirá estando en Afganistán cuando las tropas internacionales se retiren de la zona.
Siento una profunda tristeza por la pérdida de nuestros dos militares. Ni siquiera los nuevos vehículos blindados Lince, o los RG-31, pueden evitar que haya pérdida de vidas humanas. Un militar me dijo una vez que la seguridad total no existe, y desgraciadamente así es. Por mucho blindaje que lleve un vehículo, siempre habrá un explosivo que pueda con él. Si la semana pasada el IED (Artefacto Explosivo Improvisado) que causó heridas a cinco de los nuestros no fue capaz de acabar con ellos... los insurgentes parecen haber aprendido la lección y, o mucho me equivoco o el explosivo de hoy seguro que estaba más cargado que el anterior. Y casi con toda probabilidad haya sido detonado a distancia, como lo fue el de la semana pasada, según las fuentes militares con las que he podido hablar.
Los insurgente van a por los militares españoles (también a por los de otros contingentes) y nada ni nadie les detendrá. Siempre habrá mayor carga de explosivos, siempre habrá quien los oculte, por miedo a sufrir represalias, siempre estarán ahí... para desgracia de todos los que, durante años, hemos pensado que la solución afgana podía llegar. Pero mucho me temo que saldremos de allí como lo hicieron los rusos en los años 80: con decenas, cientos, miles (en conjunto) de bajas y con las orejas gachas, porque no habremos conseguido el objetivo de que haya paz en una región del mundo tan complicada y tan importante desde el punto de vista geoestratégico.
Que descansen en paz nuestros soldados y mis condolencias sus familias. Ojalá sean las dos últimas víctimas de esta barbarie terrorista que azota el país afgano y que parece no tener fin. Dolor, indignación, consternación, tristeza... Todo un cúmulo de sentimientos para describir lo que hoy siento tras la pérdida de dos de nuestros hombres, de dos héroes que han dejado su vida a miles de kilómetros de su Patria, de nuestra querida España.