No es nuevo que el Ejército salga de los cuarteles para ayudar a la sociedad, a la que sirve y de la que forma parte. En momentos como el de ahora, tras el terrible terremoto que ha causado nueve muertos en Lorca (Murcia) y decenas de heridos, además de cuantiosos daños materiales, me siento orgullosa de haber formado parte de ese Ejército que ahora está en la localidad murciana ayudando a los damnificados por el seísmo.
Con algunos de los 650 militares que se han desplazado a Lorca he tenido la oportunidad de trabajar y ver cómo trabajan. Algunos de ellos han sido jefes míos durante mi etapa en el Departamento de Comunicación del Ejército de Tierra. Con otros he estado de maniobras, de ejercicios... y con gran parte de los que ahora están ayudando a mis paisanos de Murcia (tengo raíces murcianas) estuve en Pakistán en 2005, tras el terrible terremoto que asoló la Cachemira pakistaní en octubre de ese año. Viví con ellos, dormí en su campamento, sufrí con ellos (más bien la que sufría era yo, porque ellos sabían muy bien guardar su sufrimiento), lloré... pero no con ellos, porque sus lágrimas no brotaron cuando tuvieron que atender a las víctimas de un accidente de tráfico que se produjo junto al campamento español. Se las guardaron en su interior para que las lágrimas no les impidieran hacer su trabajo, realizado con una profesionalidad digna de quitarse el sombrero. Qué gran calidad humana y profesional la de todos los que allí estuvieron.
Mis 'compañeros' de fatigas en Pakistán fueron, entre otros muchos, los componentes del Escalón Médico Avanzado de Tierra con sede en Madrid que ahora trabajan en Lorca o los integrantes del equipo del Gómez Ulla (el Hospital Central de la Defensa) que se han integrado con ellos. Pero también están en la localidad murciana los efectivos de la Unidad Militar de Emergencias (UME), de las Brigadas Paracaidista y de la Legión, del Regimiento de Artillería Antiaérea de Cartagena... A todos ellos, hoy, desde este humilde blog, quiero rendirles el homenaje que merecen, porque su labor, muchas veces callada, cobra más sentido que nunca cuando tienen que ayudar a sus semejantes.
Y no lo hacen sólo en España; lo hacen también fuera de nuestras fronteras y por suerte yo he sido testigo directo de algunas de sus misiones en Bosnia-Herzegovina, Kosovo, Irak, Macedonia, Pakistán... He estado con ellos y cuanto más los he conocido más he aprendido a admirarlos. Muchos de los que hoy están en Lorca también estuvieron en Haití para ayudar a las víctimas del terremoto que se produjo en el país caribeño en enero de 2010. En esa ocasión no pude ir con ellos pero sí hablar con algunos cuando regresaron. Mis queridos compañeros de la UME. ¡Hay tanta gente a la quiero en esa unidad que no podría dar nombres porque me dejaría a muchos sin nombrar!
Por eso hoy, desde aquí, quiero que todos los que lean esta entrada sepan que tenemos un Ejército capacitado, con una gran calidad humana, con personas que son capaces de cualquier cosa por ayudar a los demás. Hoy, desde aquí, quiero que esos militares con los que he trabajado sepan que me siento orgullosa de haberme criado profesionalmente entre ellos. Y quiero que sepan que siempre que me necesiten, aquí estaré... porque siempre que nosotros les hemos necesitados, ellos han estado ahí.