Decía hace unos días el general Eduardo Acuña, comandante militar de Valencia y Castellón, que sería conveniente aumentar el número de periodistas con dedicación exclusiva a la comunicación en situaciones de crisis para mejorar la eficacia de los medios de comunicación en esta materia. Así lo reflejaba la agencia Efe el pasado miércoles y otros medios de comunicación se hacían eco de ello.
Y lo cierto es que no le faltaba razón al general Acuña, al que el mundo periodístico no le es ajeno (formó parte del Consejo de Redacción del boletín informativo Tierra, publicación mensual de carácter gratuito que edita el Gabinete del Jefe de Estado Mayor del Ejército de Tierra para distribuir entre todo el personal militar perteneciente a la institución).
Las declaraciones del general se produjeron en el marco de la II Jornada ‘Fuerzas Armadas, Solidaridad y Derechos Humanos’ que se celebró en Valencia, concretamente en la sede de la Fundación Bancaja, y durante la misma Acuña resaltó el antagonismo que se da en algunas ocasiones entre la necesidad del periodista de contarlo todo y la “indiscutible discreción” de las Fuerzas de Seguridad.
A modo de solución, el comandante militar de Valencia y Castellón proponía que hubiera más profesionales de los medios que se especializaran en información relacionada con el ámbito de la Seguridad y la Defensa, una especialización que, sin duda alguna, beneficiaría al usuario final de la información que, en definitiva, es el ciudadano (el periodista sólo ejerce como intermediario entre la fuente informativa y el receptor/usuario del hecho noticioso).
Pero, por otra parte, tampoco estaría de más que el propio Ejército (y en general las Fuerzas Armadas) tuvieran al frente de los organismos de Comunicación Pública a auténticos especialistas en el ámbito de la comunicación. Incluso que el propio Ministerio de Defensa concediera, en muchas ocasiones, más autonomía a los órganos subordinados (cuarteles generales), puesto que hay veces en las que el periodista lo único que requiere de los uniformados es una mayor agilidad y rapidez en el proceso de difusión de la información, y esto no siempre se produce dada la excesiva burocracia que caracteriza a la institución castrense, sobre todo en asuntos relacionados con la comunicación.
Bien es cierto que en los últimos años se ha avanzado mucho en esta materia. Cada vez hay más militares capacitados para ejercer las funciones de oficial de información pública, funciones que se traducen, principalmente, en estar en contacto con los medios de comunicación. En el ámbito de las Fuerzas Armadas, y del propio Ministerio de Defensa, se organizan cursos para que los militares tengan conciencia de lo que significa la labor periodística. En dichos cursos se les enseña cómo deben tratar con los medios de comunicación, cómo facilitarles su labor, cómo hacer notas de prensa… por poner algún ejemplo. Pero también es cierto que en algunas ocasiones los que están al frente de los departamentos u oficinas de comunicación no son los que responden a un perfil acorde con las funciones que tienen que desarrollar.
Por parte de los informadores, habitualmente los periodistas que están acostumbrados a cubrir temas de Defensa saben muy bien lo que pueden y/o no contar. No obstante, y esta es una cruz que siempre tendremos que arrastrar en el colectivo periodístico (como otros colectivos tienen la suya), siempre hay compañeros despistados e imprudentes que no informan con rigor y responsabilidad… pero también los hay, y muchos, que saben hacer muy bien su trabajo.
Dicho esto, y tras el correspondiente ‘tirón de orejas’ a los periodistas que no actúan con responsabilidad profesional, vaya el siguiente ‘tirón de orejas’ para aquellos militares que desprecian la labor de los periodistas (como las meigas, haberlos haylos) o para los que piensan que cualquier uniformado puede desempeñar labores relacionadas con el ámbito de la comunicación. Y esto de la comunicación, señores míos, es algo muy serio. Vaya desde aquí una propuesta para ‘ambos bandos’: a los periodistas, que sean conscientes de que no toda la información se puede difundir, y principalmente aquella que puede ser sensible y afectar a asuntos de seguridad; y a los militares, que tengan en cuenta que no todos ellos, por muy buenos militares que sean, están capacitados para ‘lidiar’ con los medios de comunicación o para realizar funciones ‘periodísticas’. Con voluntad, respeto mutuo y comprensión, seguro que se puede llegar a un entendimiento como el que ya se da habitualmente entre muchos periodistas y muchos militares.
(Artículo publicado en Atenea Digital el 23 de noviembre de 2011)