Hay épocas en las que el ejercicio del periodismo se vuelve más complicado y hay países en los que siempre es complicado desarrollar esta actividad profesional. Cuando me preguntan ¿por qué quisiste ser periodista? siempre respondo: "Porque no habría sabido hacer otra cosa". Pero después de leer lo que os comento más abajo, tengo otra respuesta: "Porque quiero seguir aportando mi granito de arena para construir un mundo mejor en el que todos los seres humanos puedan disfrutar de sus derechos y libertades individuales". ¿Una utopía? Quizás, pero quiero seguir trabajando en pos de esa idea.
Leyendo hoy el artículo de la periodista árabe Diana Mukkaled en Asharq Alawsat, uno se da cuenta de lo difícil que puede resultar para un profesional de la comunicación abrirse a la libertad de expresión cuando ha trabajado, durante tres décadas, al servicio del poder. Es el caso de Egipto. Sí, ya hay libertad de expresión (aunque no al cien por cien), pero el proceso de apertura informativa llevará su tiempo. “No es fácil –dice Diana Mukkaled- convencer a 46.000 empleados, que está trabajando en medios de comunicación estatales en El Cairo, para que adopten un nuevo modelo liberal, independiente… después de haber estado décadas practicando (o siendo sometidos a) una política de censura, autoritarismo y corrupción”.
Leo, por otra parte, que Reporteros Sin Fronteras ha denunciado la ola de censura emprendida en los últimos días por las autoridades ecuatoguineanas contra la Radiotelevisión de Guinea Ecuatorial (RTVGE), un medio de comunicación del Estado que se encuentra bajo estrecha vigilancia del Ministerio de Información, dirigido por Jerónimo Osa Osa. El presidente guineano Teodoro Obiang no quiere que en sus medios se hable de las revueltas en el norte de África y suspendió al conductor de uno de los programas de la RTVGE por mencionar el caso de Libia.
Observando también cómo se está tratando a los periodistas en los países árabes en los que está calando la ‘revolución del jazmín’ tunecina, veo represiones y censura en Libia, of course, Yemen, Bahréin… Reporteros Sin Fronteras de nuevo denuncia el trato que se nos está dando a los profesionales de la información en esos países.
¿Y qué decir de China? Pues que a la tradicional censura existente en el país asiático (lee aquí la censura china contra los periodistas españoles en el Tíbet, por ejemplo) se suma ahora la del ‘no informes sobre lo que ocurre en el norte de África’ y, sobre todo, el ‘no informes de que en China también hay protestas’ que siguen la estela de las que se están produciendo en el Magreb y Próximo Oriente.
Tras echar un vistazo a la actualidad ‘censora’ contra el periodismo, dos reflexiones: los periodistas tenemos el poder de la palabra, de la escritura, de la comunicación, y nada ni nadie podrá cerrar nuestras bocas porque, aunque sólo sea con gestos, seguiremos teniendo capacidad para comunicar y para denunciar todo aquello que atente contra las libertades y los derechos del ser humano; amo esta profesión y cuanto más intentan denigrarla, cuanto más intentan coartarla… más me alegro de ser periodista.