Aquí os paso el último análisis (más bien artículo de opinión) que he publicado en Atenea. Considero que es importante que todos reflexionemos sobre lo que ahora criticamos y antes silenciamos o, simplemente, dejamos pasar. Lo que está ocurriendo en Libia es, sin duda alguna, un hecho sobre el que hay que informar, pero me parece de una gran hipocresía que se critique, por ejemplo, que España vendió armamento que ahora está empleando Gadafi en contra de su propio pueblo. ¿Sólo España ha vendido armas al dictador libio? Reino Unido, Francia o Italia también lo hicieron en su momento.
"¿De dónde provienen los 'tanques' y los aviones con los que el régimen de Gadafi está bombardeando a los libios?", reflexionaba en voz alta a través de twitter mi buen amigo José Antonio Pérez Tapias (@japtapias). "Responsabilidades compartidas", contestaba también a través de la red social. Y es que así debe ser. Responsabilidades compartidas, no sólo de los que vendieron armas a Gadafi bajo los auspicios de la comunidad internacional; responsabilidad también la de los periodistas que mirábamos para otro lado cuando el régimen de Gadafi no respetaba los derechos humanos. Porque esa falta de respeto no es nueva, aunque ahora se vea magnificada por el terror del conflicto bélico.
"¿De dónde provienen los 'tanques' y los aviones con los que el régimen de Gadafi está bombardeando a los libios?", reflexionaba en voz alta a través de twitter mi buen amigo José Antonio Pérez Tapias (@japtapias). "Responsabilidades compartidas", contestaba también a través de la red social. Y es que así debe ser. Responsabilidades compartidas, no sólo de los que vendieron armas a Gadafi bajo los auspicios de la comunidad internacional; responsabilidad también la de los periodistas que mirábamos para otro lado cuando el régimen de Gadafi no respetaba los derechos humanos. Porque esa falta de respeto no es nueva, aunque ahora se vea magnificada por el terror del conflicto bélico.
Si queréis leer mi artículo de opinión, aquí os dejo el enlace.
También os dejo este otro: Tintes surrealistas empañan el conflicto de Libia.
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