Hasta que sea resuelto su estatus jurídico y político, Palestina tendrá que conformarse con ser estado observador de Naciones Unidas. Eso si la Asamblea General de la ONU lo aprueba, que parece ser que será así. Pero las implicaciones que este nuevo estatus tendrá para los palestinos no están del todo claras. De hecho, según expertos consultados por ATENEA, el reconocimiento como estado observador "es más simbólico que jurídico", puesto que Palestina, desde que la OLP (Organización para la Liberación de Palestina) fue admitida como observadora, en 1974, ya participaba de facto en algunos foros de Naciones Unidas.
La Asamblea General de las Naciones Unidas debate hoy, a partir de las nueve de la noche, durante su sexagésimo séptimo periodo de sesiones y en su 44ª sesión plenaria, la denominada cuestión palestina. Los 193 países miembros de la organización tendrán que votar si reconocen, o no, a Palestina como estado no miembro con estatus de observador.
Teóricamente, ese estatus (que no está recogido en la Carta de las Naciones Unidas) conllevaría que Palestina pudiese participar, sin derecho a voto, en los periodos de sesiones y en los trabajos de la Asamblea General de Naciones Unidas (algo que ya se produce desde la admisión de la OLP). También podría estar representada en organismos internacionales tales como la Corte Penal Internacional o la Cuarta Convención de Ginebra sobre la protección de derechos civiles, lo que le permitiría llevar a Israel ante los tribunales internacionales para que rindiese cuentas por todas las resoluciones incumplidas que ha dictado Naciones Unidas en su contra.
El reconocimiento de Palestina como estado observador supondría también un serio revés para los intereses de Israel, porque, aunque ese estatus no implica un reconocimiento como nación para el pueblo palestino, sí conlleva una aceptación implícita de la nación palestina por parte de la comunidad internacional. "Pero tampoco esto está del todo claro", han insistido las fuentes consultadas por ATENEA.