Hay que ser ruin para mofarse del dolor ajeno. Incluso, mala persona. Y hay que ser poco profesional para escribir un artículo de opinión sin conocer el tema sobre el que se opina. Lo peor que hay en esta vida es hablar de alguien sin conocer al aludido. Eso, en mi pueblo, es puro chismorreo indocumentado. Pero es mucho peor cuando el que critica a ese alguien es un supuesto o pretendido profesional de la información, cuyo trabajo debería consistir en documentarse bien antes de escribir sobre alguien o sobre algo. No se trata de que uno no opine, sino de que lo haga conociendo el tema sobre el que va a opinar.
Después de esta breve introducción, entro en materia, a pesar de que soy consciente de que este post dará más publicidad a la persona a la que critico. El compañero Javier Vizcaíno publicó el martes pasado en noticiasdenavarra.com un artículo bajo el título 'Morir en Afganistán' en el que hacía referencia a los sentimientos de la Familia Militar tras el fallecimiento, el pasado domingo, de dos de sus miembros por un ataque insurgente en Afganistán.
Pues bien, tras leer (e indignarme) con el artículo de Vizcaíno, me gustaría hacer algunos matices a las opiniones que vierte en él. Y lo hago porque yo también tengo derecho a la libertad de expresión... y porque creo que puedo opinar mejor que él de los militares, puesto que he tenido la suerte de trabajar con ellos y de aprender mucho de ellos. (Quizás el señor Vizcaíno hizo el servicio militar, lo desconozco; pero si lo hizo y convivió con militares... el día que explicaron los valores de la milicia debía estar en la cafetería jugando al mus, el mismo lugar en el que se debía encontrar cuando en la Facultad de Periodismo daban las clases de ética profesional).
Dice Vizcaíno en su artículo (y ya me fastidia darle publicidad) que, tras la muerte de dos de sus compañeros el domingo pasado, los militares se entregaron "a una llantina y a un desgarrado de vestiduras muy poco marcial". Mi pregunta es la siguiente: ¿Los militares no pueden llorar porque son militares, porque son hombres (también hay mujeres, por cierto) o porque son de otro planeta? No entiendo la relación entre el llanto y la marcialidad, la verdad. Quizás en un artículo posterior me lo podría explicar el señor Vizcaíno. Yo, a cambio, le podría explicar la incompatibilidad entre el buen periodismo y la falta de ética.
"Cualquiera diría -opina también el señor Vizcaíno en su artículo- que pensaran (...) que van a un resort de vacaciones a participar en una competición internacional de Monopoly". Y yo le digo a Vizcaíno: ya saben ellos a lo que van a estas misiones; no hace falta que usted se lo recuerde. Pero, ya de paso, le recuerdo yo a usted que este oficio del periodismo tampoco es escribir por escribir, y también tiene unos principios éticos y profesionales que usted parece haber olvidado. Ser periodista no es coger un bolígrafo y escribir unas líneas; este oficio está basado en el conocimiento previo del tema sobre el que vamos a escribir. A usted se le debe haber olvidado en su artículo... ¿Es necesario que alguien se lo recuerde?
Con respecto a lo que dice de las "coreografías que montan a paso de la oca en plazas y avenidas"... Sinceramente, señor Vizcaíno, qué poco conocimiento tiene usted de lo que significa el orden cerrado, algo que vienen haciendo los ejércitos desde antaño. Y qué poco conocimiento tiene usted de lo que significan esos desfiles de cara a la ciudadanía que, por cierto, tiene todo el derecho del mundo a ver esas "coreografías" porque ese Ejército al que usted menosprecia en su artículo es el que defiende los intereses de España dentro y fuera de nuestro país... y también el que fue a Lorca a ayudar tras el terremoto, el que construyó un puente en el Vendrell tras las inundaciones, el que fue a Haití tras el seísmo, el que ayudó a estabilizar Bosnia-Herzegovina (país que ahora se postula para entrar en la Unión Europea)... En definitiva, la institución más valorada por los españoles (a usted no le preguntaron en la encuesta del CIS, imagino) y el que hace que usted, yo, y todos los ciudadanos españoles podamos estar un poco más seguros. ¿O es que es usted de los que piensan que el Ejército no debería existir? Pues mire hacia abajo, hacia Marruecos, por ejemplo. Quizás si el Ejército no existiese usted y yo estaríamos en otra España. ¡Hay que ser ignorante!
Su comentario de los "trozos de anatomía" no puede ser más zafio, irrespetuoso, falto de ética, carroñero... ¿Eso es lo que le enseñaron a usted en la Universidad? ¿O es usted de esos que ejercen el periodismo sin título universitario? Porque desde luego yo no les enseño eso a mis alumnos y dudo mucho que mis compañeros de la Universidad lo hagan. ¿Le gusta el morbo, señor Vizcaíno? Pues entonces igual debería usted dedicarse a los programas del corazón; quizás ahí le iría mejor. En cualquier caso, le invito a que se acerque al Hospital Gómez Ulla y, mirando cara a cara a los heridos, les diga que han perdido trozos de su anatomía porque "la guerra, mecachis", tiene ese "puro cálculo de probabilidades". Si usted hubiera desplegado con los militares en alguna de sus misiones (como he hecho yo) sabría que ellos no tienen miedo a las guerras, porque para eso estudian (¿usted ha estudiado Periodismo?); y sabría que ellos son conscientes de los riesgos a los que tienen que hacer frente, aunque usted lo ponga en duda en su artículo.
Finalmente, en su último párrafo tiene usted un gravísimo error, producto de su falta de información y conocimiento sobre el tema que aborda. Se refiere usted a "los novios de la muerte" y esos, en concreto, son los componentes de la Brigada de la Legión, puesto que así rezan su credo y su canción más conocida. Soy el novio de la muerte... dicen los legionarios cuando cantan... Pero los que fallecieron en Afganistán pertenecían al Regimiento de Infantería 'Soria' nº 9, con base en Fuerteventura. Ellos eran infantes y, en todo caso, se podía usted haber referido a ellos empleando terminologías de su himno, el 'Ardor guerrero'. Claro, que puede que usted haya empleado una sinécdoque, que, por si no lo sabe, es una figura retórica que consiste, según la Real Academia de la Lengua, "en extender, restringir o alterar de algún modo la significación de las palabras, para designar un todo con el nombre de una de sus partes, o viceversa". Sí, será que usted ha empleado esa figura retórica...
El derecho a la libertad de expresión lo tenemos todos, señor Vizcaíno (aunque de señor ha demostrado usted tener poco), pero mofarse del dolor ajeno dice muy poco de su ética como persona y como profesional de la información. Yo le invitaría a que vivieses una temporada con los militares desplegados en cualquier misión para que comprobase que ellos tienen muchos más valores de los que usted supone. Y, por supuesto, unos valores de los que usted carece. Un saludo.